Fíjate bien,
porque lo que estás viendo en realidad no existe.
Si, es un hombre y está pidiendo ayuda, mendigando caridad, pero no existe.
Para los poderosos no existe.
Para las estadísticas del paro no existe. Para la Iglesia no existe.
Para su familia no existe.
Para los antiguos amigos no existe.
Para los que pasan a su lado no existe.
En realidad, si estuviera muerto, en ese lugar y en esa posición, nadie se enteraría hasta que fuera evidente.
Luego le recogerían y le conducirían al lugar donde se certifica su no existencia.
Pero nada cambiaría, nada se alteraría, nadie le lloraría ni le echaría en falta.
Su imagen sirve para recordarnos que la frontera entre existir y no existir es muy sutil, y muy fácil de ser cruzada.
Solo que existir, aquí, en esta sociedad que creamos entre todos, es sinónimo de poseer, no de ser.
El es, pero como no posee, para los efectos no existe.
Algún día, todos tendremos que elegir entre poseer y ser.
Algún día, seguro…
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