luns, 22 de xullo de 2013

CONSEJO PARA JEFES ( dedicado al Blas y a los demás)



En ocasiones podemos adquirir más conocimientos de un mal ejemplo del que podríamos obtener de uno bueno, ya que en muchas ocasiones el liderazgo bien ejercido no es tan evidente como el malo.
Ser un mal jefe puede ser complicado, aunque algunas personas son capaces de hacerlo de forma natural. Utilice su autoridad para demostrar que es el líder, no importa si se lo creen o no, lo que importa es que hagan lo que usted quiere
De  esta manera, vamos a extraer algunos consejos para ser un mal jefe, con el fin de entender de una forma más notable la importancia de no cometer algunos de los errores más graves.
Siempre debe haber un “pero”
Si quiere ser un mal jefe no debería rendirse ante el buen rendimiento de su equipo. Una de las mejores maneras de acabar con él es no reconociendo el trabajo bien hecho.
Podemos desmotivar a los trabajadores despreciando sus méritos y sacando constantes “peros” a todo. Por ejemplo: “no es que esté mal, pero esperaba algo más”. Cuanto mayor sea el esfuerzo del empleado, mayor será el poder del “pero”, aunque tampoco debemos despreciar la eficiente funcionalidad del silencio y de hacer el vacío.
Todo esto se puede potenciar si aumentamos el peso de los errores del trabajador, dándole mucha más importancia que a lo bien hecho, con el fin de de que terminen pensando que todo lo hacen mal.
Distribuya mal las cargas de trabajo
En toda empresa hay empleados con un rendimiento superior al resto, quizás porque cuentan con una mayor capacidad de automotivación, con más conocimientos, experiencia, etc… Sea como sea, actúan como pilares en sus departamentos y golpearles puede ser como echar a bajo los pilares de carga de un edificio.
Para lograrlo podemos contar con las tareas propias del puesto. Si este empleado es más capaz ¿por qué no darle todos los marrones? Quítele los problemas más importantes a sus compañeros y pónselos a él. No se desanime, es posible aplicarlo en cualquier tipo de empresa.
Es cuestión de tiempo que el estrés haga mella y que empiece a pensar que ser el más productivo solo le causa problemas y que ni siquiera es reconocido o remunerado de forma especial. Con un poco de paciencia habrá bajado la cabeza y nadie querrá sobresalir nunca más.
Recuerde esto: Ningún mal jefe debería rodearse de empleados mejores que él o correrá el riesgo de que le pasen por encima. Que esto produzca problemas a la organización es lo de menos, esto va de ser egoísta y de tapar nuestras vergüenzas atacando a los demás.

Aproveche la fuerza de la contradicción

Hasta el empleado más resistente de su equipo terminará cediendo ante un liderazgo bipolar. Pensemos en la arena del desierto, en grandes rocas destruidas ante los grandes contrastes térmicos que existe entre el día y la noche en estas zonas.
Transmita una decisión cuando esta tan solo sea una idea y modélela sobre la marcha, haciendo pequeños pero constantes cambios, o bien haga pocos pero grandes cambios de planteamiento. Con ello estamos creando grietas en la moral e implantando una gran incertidumbre a nuestro alrededor, hasta que todo termine convertido en polvo.
Esto también vale con nuestro humor. Que nunca sepan si estamos de buenas o malas funciona muy bien para evitar que hablen con nosotros, permitiéndonos cometer todos los errores que queramos.

Retrase e incumpla las promesas

Esta técnica lleva más tiempo, pero al final resulta muy poderosa. Prometa lo imposible a su equipo. Dígales que la empresa está estudiando fórmulas para mejorar las condiciones laborales, pero cuidado: no hay que hacerlo.
Prometa lo mismo una y otra vez, hasta que comprueba que los empleados dejan de sonreír al escucharlo. Entonces es el momento de seguir haciéndolo y de subir la apuesta. Es un ciclo sin fin, por lo que necesitaremos ser muy persistentes y no olvidar lo que hemos prometido… no cumplir.

Resumiendo...

Destruya la imaginación y todos sus focos, cierre la puerta de su despacho, desprecie el puesto ejercido por sus subordinados (por ejemplo: “venga, termina con eso rápido, que está chupado”), muéstrese ocupado e inaccesible todo el tiempo, sea consciente de que usted lo sabe todo.
Siguiendo estos consejos estoy seguro de que logrará ser un jefe terriblemente nefasto, aunque como ya he destacado, necesitará de mucha constancia antes de poder alegrarse por haber acabado con todo el potencial de su equipo.
Recogido del blog SAGE EXPERIENCE

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Voceiro da CGT Correos A Coruña

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