Emplean la fuerza bruta para evitar muchas bajas y mantener la cohesión interna
El Ejército israelí actúa con tremenda dureza para evitar un alto número de bajas entre sus soldados que -como sucedió en la guerra de Líbano de 2006- resquebraje el masivo apoyo social (94%) a su ofensiva en Gaza.
«Somos muy violentos. No estamos rehusando método alguno para prevenir bajas entre nuestras tropas», admitió el coronel Amir. Otro mando militar añadió que «cuando sospechamos que un miliciano se esconde en una casa, lanzamos un misil, luego dos disparos de tanque y después una excavadora golpea el muro. Causa daños pero previene la pérdida de vidas entre nuestros soldados», agregó.
Con estas tácticas no es extraño que el balance de muertos sea ya de 901 palestinos y quince israelíes -cuatro soldados por fuego amigo-.
Declaraciones y hechos sobre el terreno muestran que Israel está dispuesta a sacrificar su imagen internacional con tal de mantener la cohesión interna. La jugada le ha salido bien: EEUU y la UE siguen en su papel habitual; Egipto se muestra más beligerante con Hamas que con su otrora enemigo; el presidente palestino y líder de al-Fatah, Mahmud Abbas, carga en sus discursos contra el movimiento islamista, y Hizbullah se mantienen al margen.
Implacable, como de costumbre, el columnista israelí del diario «Haaretz» Gideon Levy cargaba el viernes contra su sociedad: «El escalofriante equilibrio de sangre -unos cien palestinos por cada israelí- no genera preguntas, como si hubiéramos decidido que su sangre vale cien veces menos que la nuestra, en aceptación de nuestro inherente racismo».
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